El próximo punto caliente de la costa este de México podría ser un ejemplo de turismo sostenible en el futuro.
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Mi primera impresión al deslizarme en un Hobie Cat es lo mucho que se parece Bacalar, México, al Caribe. Esta laguna de 31 millas, cerca de la frontera con Belice, es conocida por sus muchos tonos de aguamarina. Los viajeros como yo vienen expresamente por estas aguas resplandecientes, que no tienen nada de las multitudes de Tulum y Cancún.
Pero cada vez son más los visitantes (200.000 en 2019) que se aventuran en esta región de enmarañados manglares y densa selva, y un puñado de hoteles considerados y de diseño han abierto para atenderlos -el más reciente, el Habitas, de mentalidad sostenible, que inauguró el mes pasado 35 habitaciones en tiendas de campaña de estilo A-frame-. Sin embargo, quienes están construyendo Bacalar como destino han visto las consecuencias del turismo excesivo en México, incluso en Tulum, a unas dos horas al norte, y están decididos a evitar que ocurra lo mismo aquí. “En la zona de Tulum se ha producido un profundo daño al ecosistema, y es un vivo ejemplo de lo que hay que evitar y revertir si los intereses económicos consiguen anteponerse a las necesidades ecológicas una vez más”, dice Sofía Lynch, copropietaria del hotel boutique Casa Hormiga, otro recién llegado.
Los estromatolitos, microorganismos esponjosos con millones de años de antigüedad, acechan bajo las aguas poco profundas de la laguna, dándoles su color y estabilizando este ecosistema. Pero estas frágiles formaciones parecidas a un arrecife se destruyen fácilmente y tardarán milenios en volver a crecer. La zona sigue una política de desarrollo de bajo impacto que limita el número de habitaciones de hotel permitidas por metro cuadrado y prohíbe las grandes construcciones en la costa. Los carteles advierten a los visitantes de que no toquen los estromatolitos y el uso de barcos está muy restringido.
Lynch sugiere que, más importante que limitar el número de visitantes, es asegurarse de que los propietarios de los negocios informen adecuadamente a sus clientes sobre cómo interactuar con el medio ambiente. Ella y su marido se instalaron en Bacalar en 2009, cuando sólo había unos pocos negocios y extranjeros en la ciudad, y abrieron un pequeño café que se convirtió en un club de playa antes de convertirse en Casa Hormiga el año pasado. Trabajando con operadores turísticos, como Bacalar Sailing, que comparten las mejores prácticas ecológicas, así como animando a los huéspedes a ser conscientes de cómo utilizan el aire acondicionado y el agua, la pareja espera crear un entorno más responsable. Lo mismo ocurre con Habitas. “Educar a los huéspedes sobre la importancia y la fragilidad de los estromatolitos es crucial para su conservación”, dice el cofundador y director general Oliver Ripley. Como parte de su estrategia de conservación, el hotel ha colaborado con la ONG local Agua Clara para apoyar la vigilancia de la laguna, así como con la comunidad Ejido Noh-Bec y One Tree Planted para realizar un programa de reforestación local. En Macario Bacalar, un restaurante situado en un patio abierto, el chef Ricardo Méndez (ex del Pujol de Ciudad de México) sirve sabrosas tostadas de nopal. Méndez está trabajando en el lanzamiento de un festival de comida sostenible para concienciar y apoyar a la ciudad.
En el Hobie Cat, navegamos por el agua azul y lechosa durante tres horas, pasando por manglares nudosos, chupando lichis, maravillándonos con los estromatolitos y parando para darnos un chapuzón en el que presionamos los dedos de los pies en el suelo de piedra caliza blanca y blanda, sin que haya otros turistas a la vista. Es magnífico, pero de vuelta a la orilla, el agua es temporalmente marrón por los sedimentos arrastrados por las recientes inundaciones. Es un recordatorio de la fragilidad de la laguna. Pero también que, como viajeros, tenemos la oportunidad de protegerla.
Fuente: Este artículo apareció en el número de septiembre/octubre de 2021 de Condé Nast Traveler.
https://www.cntraveler.com/story/why-bacalar-mexico-has-the-draw-of-tulum-and-for-now-none-of-the-crowds
POR MARY HOLLAND / Septiembre 16, 2021