LÁZARO CÁRDENAS, Quintana Roo – El presidente Andrés Manuel López Obrador entregó la bandera este lunes al inicio de la construcción del Tren Maya, uno de sus proyectos insignia, entre la reapertura económica y social tras la pandemia de COVID-19 y el rechazo de las comunidades indígenas.
A pesar de que el coronavirus se encuentra en su etapa de máximo contagio -con más de 93.435 pacientes confirmados y casi 10.167 muertos- López Obrador reanudó sus giras tras la huelga de abril, para inaugurar las obras del ferrocarril que recorrerá el sureste de México y en el que espera crear miles de empleos para contener la crisis actual.
“Esta obra tiene que estar terminada en 28 meses”, dijo López Obrador en su discurso de apertura. Añadió que no aceptará ningún tipo de excusa “tenemos que terminar a tiempo y con un presupuesto”.
El inicio de la obra se produjo en el tramo 4 Izamal-Cancún, en el municipio Lázaro Cárdenas del estado de Quintana Roo, que será de unos 260 kilómetros con una inversión de unos 27.000 millones de pesos.
Dijo que la empresa Ingenieros Civiles Asociados (ICA), encargada de la obra, tiene que cumplir con el cronograma “en tiempo y presupuesto porque no habrá ampliación”.
“El proyecto es muy ambicioso y cambiará la faz de la región”, dijo la directora de la ACI, Guadalupe Phillips, ya que permitirá que coexistan dos vías de comunicación, el ferrocarril y la carretera, como sucede en muchos países del mundo.
El presidente descalifica los informes de prensa sobre muertes y crisis hospitalarias.
El megaproyecto ferroviario de 1.475 kilómetros de longitud, que atravesará cinco entidades del sureste de México, es, junto con el aeropuerto de Santa Lucía en el Estado de México y la Refinería Dos Bocas, en Tabasco, los proyectos emblemáticos de la infraestructura del gobierno de López Obrador.
SEMANA EN EL SURESTE
El presidente mexicano anunció que en los próximos días hará lo mismo en los tramos del tren en los estados de Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas.
Los tramos que se inaugurarán son los de Palenque-Escárcega, Escárcega-Campeche, Campeche-Mérida y Mérida-Cancún, que junto con el quinto tramo Cancún-Tulum, cubre unos 1.000 kilómetros de vías férreas.
Según estimaciones del gobierno mexicano, el proyecto creará unos 80.000 puestos de trabajo en estos cinco tramos al inicio de las obras y para el próximo año habrá 154.000 empleos.
Además, para este año se han autorizado contratos por 90.000 millones de pesos (4.083 millones de dólares).
“Es la inversión pública federal más importante que se ha visto en muchos años en el sureste”, dijo el presidente en la mañana del lunes.
El presidente mexicano dijo que las cosas no están tan mal en comparación con otros países.
Recordó que se han licitado cuatro tramos y este mes se licitará el quinto (Cancún-Tulum) y el tramo Tulum-Escárcega, que tiene los enlaces Tulum-Carrillo Puerto, Bacalar-Chetumal, Xpujil-Calakmul y de regreso a Escárcega con el que se cerrará el circuito de 1.500 kilómetros.
Dijo que esta construcción estará a cargo del Ejército, de los ingenieros militares, quienes, terminando el Aeropuerto de la Ciudad de Nuevo México, Felipe Ángeles, que se abrirá el 21 de marzo de 2022, se harán cargo del tren.
Según López Obrador, el plan es abrir el tren en 2023 en las cinco secciones de Palenque, Campeche, Yucatán, Cancún, Tulum y en 24 las dos secciones de Tulum-Carrillo Puerto-Escárcega.
UN MILLÓN DE EMPLEOS
Según el director general del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), Rogelio Jiménez Pons y jefe del proyecto, la influencia del tren en el uso del suelo de la región “será decisiva”.
“El Tren Maya cuidará del medio ambiente, mejorará las ciudades y distribuirá los beneficios del crecimiento”, dijo el gerente, en línea con un informe de ONU-Hábitat, el programa de las Naciones Unidas para los asentamientos humanos.
Hace una semana, el organismo señaló que el Tren Maya generará casi un millón de nuevos empleos y sacará a más de un millón de personas de la pobreza en el sureste de México.
A mediados de mayo, organizaciones ambientalistas, indígenas y civiles solicitaron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) tomar medidas cautelares para “evitar daños irreparables” al acuífero subterráneo de la Península de Yucatán, al sudeste de México, ante el posible daño que causaría la construcción del megaproyecto del Tren Maya.
Señalaron que el acuífero es un “elemento indispensable” de los territorios y la principal fuente de abastecimiento de agua para la población y las comunidades del pueblo maya.
Por lo tanto, en aplicación del principio de precaución en materia ambiental, solicitaron al Estado mexicano que se abstuviera de construir el Tren Maya por el “grave e irreparable daño que ello podría causar al acuífero”.